A principios de los sesenta, Alfa Romeo disponía de una gama pletórica que lo tenía todo: variedad, estilo, elegancia, calidad, deportividad… Sólo faltaba un palmarés deportivo, que llegaría con la ayuda de la Autodelta capitaneada por Carlo Chiti.
Cuando Alfa Romeo decidía retornar a las pistas a principio de los años 60 tenía ya un proyecto elaborado, pero carecía de departamento como tal. Orazio Satta, director de la marca, se puso en contacto con Carlo Chiti y le propuso llevar a cabo la evolución del nuevo Giulia TZ.
Diseñado específicamente para correr, con un chasis tubular muy ligero y vestido con una carrocería de aluminio realizada por Zagato, aquella excelente base fue mejorada modificando la suspensión trasera, incrementando el tamaño de los discos de freno y, por supuesto, preparando y afinando el motor.
Los éxitos del TZ en 1964 impulsaban el desarrollo del TZ2, del que sólo se realizarían doce unidades, todas dirigidas a la competición. Más impactante estéticamente y más ligero, el TZ2 abandonaba los paneles de aluminio por una carrocería de fibra de vidrio, rebajando el peso a 620 kg.
Con un centro de gravedad rebajado con respecto al TZ —el cárter seco lo permitió—, suspensiones rígidas, una dirección muy directa, un motor puntiagudo y unos desarrollos cortos, el TZ2 es una bomba: firme y rapidísimo en llano, nervioso y excitante en cualquier otra circunstancia.
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Este reportaje completo puede encontrarse en el número 305. Y otros sobre el mismo modelo en los números 16 y 260.
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